miércoles, 21 de agosto de 2013

Encomio al canibalismo en México


ENCOMIO AL CANIBALISMO EN MÉXICO


"Tupi or not tupi, that is the question"
Oswald Andrade, Manifiesto Antropófago

Civilización y barbarie: tema tocado por todas las artes y todas las disciplinas. Nos sentimos civilizados por tener luz eléctrica, conexiones de internet inalámbricas y bañarnos todos los días. La verdad es que en cada época el hombre es más bárbaro por el simple hecho de querer suprimir las acciones instintivas que nos hicieron sobrevivir desde nuestro surgimiento.

Una de esas acciones que, actualmente, es más repudiada en México -tanto como en casi cualquier lugar del mundo- es el canibalismo.  Todo por el afán humano de superioridad sin considerar perspectivas lógicas y específicas. Estas son: el legado ancestral, la práctica ritual, una cuestión de paladares, una campaña pro-ambiente y una necesidad circunstancial.

Ahora bien, por ejemplo, en la situación hipotética de ser herederos de una biblioteca tan extensa como la de Babilonia, lo más lógico sería protegerla; lo mismo sucede con el canibalismo, actividad practicada en los tiempos prehispánicos. El canibalismo como práctica ritual se efectuaba por todas las esferas sociales: los sacerdotes y las clases privilegiadas disfrutaban del corazón, dejando el resto a las clases media y baja; de esta forma, el espíritu del hombre-alimento pasaba al hombre caníbal: una manera de trascendencia.

El canibalismo y el pozole son elementos diametralmente opuestos para aquellos afortunados que aún sean tan inocentes –o ignorantes, según se vea-  como Adán y Eva pre-serpiente. Algunos antropólogos señalan que en el México prehispánico, la carne humana era el ingrediente clave del pozole. Posteriormente, por culpa de la colonización, la carne humana fue sustituida por cerdo.

Ahora, ¿cómo nosotros, mexicanos, mexicas, aztecas, podríamos tener algún argumento válido en contra de una práctica totalmente aceptada entre nuestros ancestros? Aún más si luchamos por liberarnos del eurocentrismo en general.

Más allá de la cuestión ancestral, apegándonos al proverbio cristiano, hay de todo en la viña del señor, deberíamos entender que en gustos se rompen géneros. Satanizar el canibalismo sería comparable con meter a la cárcel a un sujeto que prefiera el pescado al pollo o al cerdo.

Luego, se ha vuelto obvio que el hombre es la plaga que más fatalmente ha arrasado con la armonía natural de los ecosistemas del mundo, el canibalismo sería una forma de disminuir la contaminación por los cadáveres y el exceso de población.

Concluyendo con una situación extrema, si un hombre no tiene nada que comer y cerca de él hay un cadáver, lo más lógico sería que se alimente de él. El hombre muerto regresa a su calidad animal y no hay más.

En resumen, el canibalismo sólo tiene una desventaja: que el hombre se sienta tan superior y civilizado que le parezca barbárico el hecho de llevar a cabo una acción que los animales –como el león y el tigre- realizan. El canibalismo podría ayudar a disminuir la contaminación, a retomar las costumbres originales de nuestro pueblo y a sobrellevar situaciones difíciles, sólo basta pensar que el espíritu trasciende y el cuerpo muere.
 La carne de humano entonces no se diferenciaría a la de res o conejo.



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