La cerveza sabe a soledad.
Miro a través de los barrotes de la
ventana sin cristal: el mundo pasa, a un metro de mí todo continúa como si
nada.
Esto que hago es insoportable pero no
quiero evitarlo, quiero toda esta soledad de la cerveza en un bar vacío –al fin
y al cabo son las diez de la mañana-, de tu camisa deslizándose sobre mis
hombros. Cada trago es un jalón inevitable de los hombros de la camisa hacia
arriba, cada trago soy yo gritándole al barman que tu existencia se me escapa
de encima y no quiero. No quiero.
Ojalá fuera simple.
Simple como el galopar de un caballo,
como un salmón nadando a contracorriente. Ojalá me hubieras roto el corazón.
Hoy le diste a mi orgullo. Tú y Alondra –tan liviana como el ave con la que
comparte nombre- me expulsaron la vida del cuerpo.
Ojalá fuera simple.
El camino a casa es disparejo a la una
de la tarde contigo y con Alondra en cada cara, en cada esquina, en cada
pensamiento. Entré a la pieza con un café en la mano –el de avellana siempre ha
sido tu preferido, quizá porque la avellana también es una hija de puta que
cada vez cuesta más cara-. Dejé tu habitación oliendo cómodamente a café cuando
los vi aún dormidos, bajo las sábanas manchadas de sexo. Desde el otro lado de tu
conciencia escuchaste un ruido y apenas te moviste. Hijo de puta, te vi acercar
tus pies a los de ella y acariciarlos en círculos, como hacías conmigo.
Ojalá fuera simple y me rompieran el
corazón y los labios de un beso. Ojalá me doliera la perra con el útero de
fuera que vaga por la parada del tren o la señora abajo del puente que se le ha
olvidado cómo hablar. Ojalá tuviera un carro para manejar hasta el pueblo de mi
abuelo para sentarme bajo el abedul donde lo enterramos a llorar porque no me
duele nada de eso. Ojalá tuviera el brío de pasar a cinco leguas de tu casa sin
pensar en ti –al fin y al cabo nunca lo notas-. Ojalá me tropezara y me abriera
la rodilla izquierda y entonces despertara y supiera que nada fue cierto, que
van a pasar veinte o cincuenta años y vamos a tener una cabaña en las afueras
para despertarnos tarde y tomar el té de la merienda tan tranquilos como nunca.
Ojalá fuera simple como aceptar que te
encontré en la cama con una cualquiera, que odiaré por siempre a esa mujer a
pesar de no haberla conocido.
Ojalá fuera simple como nunca volver a contestar
tus llamadas. Ojalá nunca hubiera entrado en la pieza con un café de avellana
hija de puta en la mano para verte bajo las sábanas manchadas de sexo abrazando
la silueta desnuda de mi hermana pequeña, con los ojos abiertos como platos, y una cadena desde la cabecera de la cama hasta su pequeño tobillo.
~~~~~~~~~~
El maestro nos pidió que escribiéramos "algo" que contuviera las palabras abedul, alondra, brío, caballo, cabaña, camino, camisa, carro, cerveza, legua, pieza y salmón. Estas palabras provienen de voces célticas adoptadas pro el latín.