El
internet es una herramienta poderosa que ha permitido el surgimiento de
manifestaciones globales de todo tipo entre las que se encuentran los grupos anti
sistémicos que actúan a través del ciberespacio publicando información
clasificada sobre el gobierno, así como los programas semanales transmitidos
vía You Tube. En caso del arte, sucede que la difusión es mayor y se vuelve
posible conocer productos artísticos emergentes, incluso, del otro lado del
mundo. El fenómeno que agudiza toda manifestación de la globalización
cibernética es la aparición de redes sociales.
Este
fenómeno quizá sea el más impactante en la sociedad moderna puesto que ocupa el
tercer lugar en las actividades cibernéticas mundiales. Sólo en México –durante
el 2013- el número de usuarios asciende a más de 40 millones de personas de las
cuales el 90% cuenta con un perfil activo de Facebook, 60% con cuenta de You
Tube y 56% de Twitter (Times, 2014) .
La
red social que se abordará en este ensayo tiene usuarios más o menos
específicos: el 56% se ubica en el género masculino, el 60% está en un rango de
edad entre 18 y 29 años, el 67% ha concluido la preparatoria, el 94% habita en
un ambiente urbano, el 35% se encuentra en regiones al norte del país. (Campos, 2012)
Es
así que Twitter se ha vuelto un espacio para que la urbe, en su mayoría, mayor
de edad exprese sus ideas escudándose por un medio de interacción impersonal.
Curiosamente,
muchísimos escritores poseen su propia cuenta de Twitter. Entre ellos están
Alberto Chimal, Porfirio Hernández y Guillermo Fadanelli así como talentos
emergentes de la talla de Eric Uribares, Aurelio Guzmán, Daniel Saldaña París y
Luis Flores. La mayoría se limita a escribir sobre la situación del país,
algunos comentarios sarcásticos y actualizaciones personales, pero otros se han
unido a una manifestación llamada microficción.
Para
entender las características de esta nueva tendencia literaria se deben dejar
en claro algunos puntos sobre los que opera Twitter. Para empezar, la actividad
principal de esta red social es compartir mensajes –llamados tuits- que no rebasan los 140
caracteres. Cada usuario tiene una cuenta que otros usuarios pueden seguir para
tener acceso directo a lo que éste escriba. Cuando un tuit resulta interesante
y se quiere compartir, se retuitea –con lo que la cuenta de quien retuiteó hace
posible que más gente lo lea-. Si simplemente se quiere archivar se marca como
favorito.
Dicho
esto, se intuye que la microficción de Twitter es una manifestación compleja
por su obligada simpleza: construir una historia en 140 caracteres implica un
excelente uso del lenguaje y de la capacidad de sintetizar; en palabras de un
gran microficcionista: “Los mundos narrados son pequeñísimos en la página pero
se amplifican en la imaginación.” (Chimal, Inicial, 2010)
A
pesar de que las características mencionadas sean difíciles de conjugar, esta
tendencia de escritura se ha vuelto muy popular e incluso existen cuentas que
se dedican completamente a escribir y compartir microficciones. Incluso hace un
par de años, en 2012, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires fue
lugar de premiación de un certamen de microficción en Twitter, resultando
ganador Leo Mercado con el tuit “El cazador prehistórico decide no seguir al
mamut que cruza el puente de Bering, desapareciéndonos a usted, a mí y al
cuento.” (Gardella, 2013)
En
el ámbito nacional, es Alberto Chimal quien ha creado mayor número de
microficciones bien logradas, tanto así que en 2012 publicó un libro compilando
sus mejores tuits minificcionales bajo el nombre de 83 novelas.
En el
prólogo de esta compilación –que puede encontrarse gratis en internet- parecen
subyacer algunas características básicas de la microficción como que los
personajes se construyen gracias a lo que se dice acerca de ellos, los mundos
de la microficción tienen la mayor parte de su extensión en la imaginación del
lector, y que las microficciones tienen inicios y finales muy parecidos pero lo
importante es la mutación del resto de la historia. Otras características
fundamentales son la hibridación genérica, la intertextualidad lúdica y la
experimentación lingüística. (Revista Ñ, 2014)
Lo
estipulado puede leerse en cada una de las ochenta y tres microficciones que
conforman 83 novelas, por ejemplo:
“En uno de los mundos posibles no se inventó el lenguaje. Acaso los pobladores
son felices, pero en realidad no se puede decir.” (Chimal,
Cosmología 8, 2010)
Dentro
de la microficción subyace un asunto muy estudiado por teóricos de la lengua:
la economía del lenguaje.
La historia nos ha demostrado que
tanto en los medios de comunicación personal como en los de masas (con fines
comerciales), el precio de la palabra sí importa. Existen medios de
comunicación personal caracterizados por sus limitaciones de espacio, como son
el telegrama o los SMS. Y lo mismo ocurre con los masivos; podríamos hablar de
dos casos en los que la palabra es el bien más preciado: los anuncios por
palabras, (ya sea orientados a la compra de bienes o a la contratación de
servicios) y el Twitter.
(Roldós Publicidad, 2012)
De
esta forma, los tuits y, específicamente, las microficciones de Twitter son
producto de una limitación cuantitativa y cada una de las palabras debe estar
perfectamente seleccionada.
La
microficción contrasta en términos de uso del lenguaje con el resto de
contenido de Twitter puesto que tan sólo el 8.7% de los mensajes publicados en
esta red social llega a tener algún tipo de contenido de valor, mientras que el
80% de los tuits son sobre asuntos intrascendentales de los cuales el 40.5% son
palabras o frases de interés nulo y el 37% son conversaciones con otros
usuarios de Twitter. (Roldós Publicidad, 2012)
En lo que toda la información que corre por Twitter se
unifica es en la necesidad de tomar el principio de la economía lingüística
como ley.
La tendencia a la
economía o a la brevedad es un principio comprendido en la naturaleza del
propio lenguaje, que, de acuerdo a su función primordial de comunicación, busca
la comodidad y el menor esfuerzo en la emisión y descodificación del mensaje.
George Kingsley Zipf fue un estadista que propuso cinco
puntos operantes en el principio de la economía del lenguaje; el primero trata
de una especie de regla matemática en la que la dificultad de pronunciar un
fonema es inversamente proporcional a las veces que éste es usado, el segundo
se parece mucho al primero pero abarca un campo más amplio –mientras más larga
es una palabra, menos es usada-, el tercer punto se relaciona a su vez con el
segundo pues propone un proceso dinámico en el que una palabra larga es
reemplazada por una más corta con significado igual o similar, el cuarto habla
sobre la correlación positiva entre la edad cronológica y las palabras nuevas
–principio de la distribución de frecuencia de las palabras-, y el quinto
indica que cuanto más frecuente es una palabra, ésta tiene un significado menos
variable. (Duarte, 2008)
En el caso de las microficciones de Twitter se pueden
apreciar el segundo y el quinto punto: el espacio, de por sí limitado por el
formato de esta red social, se ahorra utilizando abreviaciones, supuestos,
obviando lo prescindible, todo esto para que una buena historia quepa en un
tuit; el quinto punto es observable en la intertextualidad.
Un ejemplo de lo anterior podría ser: “Cayó en trance en el
templo, habló en lenguas y empezó (sin que nadie entendiera): -En un lugar de
La Mancha…” (Chimal, Espiritual 11, 2010) En la microficción
anterior se reemplaza una explicación más o menos larga por el uso de la
intertextualidad quijotesca, al mismo tiempo que omite características explícitas
del sujeto sin dejar de haber construido ya un personaje completo.
La ley operante en Twitter puede resumirse en un refrán
popular: si lo bueno breve, dos veces bueno.
En términos estrictos, la microficción es una novedad por
situarse en el escenario del ciberespacio; pero, en realidad, esta
manifestación retoma elementos de una lengua bastante antigua: el latín.
Esto resulta lógico cuando se reflexiona que el español es
una lengua derivada del latín vulgar, es decir que es una manifestación
lingüística en la que el idioma original se fue descomponiendo para dar paso a
otro. Más lógico resulta cuando se entiende que ambas lenguas son flexivas, es
decir, las palabras se conforman de una raíz a la que se le añaden elementos
que dan concordancia gramatical.
El latín es una lengua sintética, “(…) posee un gran número
de morfemas ligados (morfemas de caso, inflexiones verbales, etc.)” (Penny,
2001) esto quiere decir que se añaden afijos a la
raíz de la palabra para adecuarla a su función gramatical.
El español es una lengua analítica, “(…) expresan las mismas
relaciones gramaticales utilizando preposiciones, artículos o interjecciones
(cuando son nombres) y verbos auxiliares (cuando se trata de verbos).” (Heriberto Camacho, 2000) .
Se
puede notar la gran diferencia entre el español y el latín si se toma en cuenta
el contraste de su naturaleza compositiva: en una, la palabra tiene
prácticamente significado propio y, en la otra, una palabra subsiste gracias a
los morfemas que se ligan a ella
.
¿A
qué viene esta nimia lección sobre lenguaje? A que el latín y las
microficciones comparten elementos, a pesar de ser éstas de otro idioma.
El
elemento en común es la supresión de nexos como los artículos. Cabe aclarar que
las microficciones las usan lo menos posible, muy a la usanza ultraísta y,
obviamente, por cuestiones de espacio; pero el español de la microficción se
está volviendo sintético por economía de lenguaje. Quizá en el futuro las
microficciones sean una sola palabra cargada de significado.
Otro
elemento en común es la aglutinación de ciertos sustantivos que se convierten
en verbos, por ejemplo: “"A escribir se aprende escribiendo, a tuitear se
aprende tuiteando". Aunque este es un caso no exclusivo de la
microficción, también es parte de ella.
Aunque
la microficción se ha estado divulgando como una manifestación novedosa, no es
así.
“Como
la gran mayoría de los géneros narrativos breves gozan de una tradición
milenaria no extraña que a lo largo de los siglos hayan sufrido una serie de
modificaciones según la época y la narración contemplada.” (Spang, 2009)
Y sobre las palabras de Spang puede notarse una larga línea de sangre que
concluye en la microficción de Twitter.
Por
ejemplo, el aforismo es una manifestación literaria corta en la que se expresa
una verdad de Perogrullo. Se ha retomado por le poesía. Un expositor de este
género es Francisco Hernández: “El poema es la huella que deja el homicida en
el lugar de los hechos (la hoja en blanco es un crimen perfecto).” (Hernández,
2013)
Otro
ejemplo mucho más antiguo es el refrán popular que por su facilidad de memorización
se mantiene vivo desde varios siglos. Aunque éste no cuenta una historia
–tampoco lo hace el aforismo-, es quizá la manifestación corta más vieja.
Las
greguerías entran en esta clasificación, pues se trata de composiciones en
prosa que contienen reflexiones ingeniosas o humorísticas. El término fue
acuñado por Ramón Gómez de la Serna, quien escribió varias de ellas, por
ejemplo: “Los globos de los niños van por la calle muertos de miedo.”.
Los
haikús también son manifestaciones literarias cortas: provienen de la tradición
de poesía japonesa y sólo se constituyen por tres versos. Por ejemplo: “La
mariposa revolotea / como si desesperara / en este mundo” Kabayashi
Issa.
Claro
que de las expresiones aquí citadas ninguna es de la naturaleza de la
microficción pero antes de la creación de Twitter, Monterroso ya nos deleitaba
con el despertar de los dinosaurios.
A
modo de conclusión, parece pertinente afirmar que las manifestaciones
artísticas se van adaptando a la realidad: es por ello que la microficción de
Twitter cobra una gran popularidad en esta época. Otra razón importante de la
popularidad de la microficción es la economía del lenguaje que reina en Twitter
gracias a su formato. Y aunque hay expresiones de este tipo que resultan
interesantes, el gran problema es su hermetismo: primero, sólo llegan a
aquellos con una cuenta de Twitter, luego, sólo a los interesados que se toman
el tiempo de seguir a los microficcionistas, finalmente, porque la microficción
es una creación en la que se da por sentado mucho, por lo que supone una
actividad racional que no todos tienen.
Puede
decirse que la microficción es un arte semiautista que proviene de una larga
tradición prosística que ha desembocado en el sintetizar lo más posible
tratando de crear un tuit coherente. Como los autistas, sólo dice lo necesario,
sólo se mueve en su zona de confort.
Bibliografía
Campos,
R. (Diciembre de 2012). Twitter: uso y penetración. Obtenido de
Slideshare:
http://www.slideshare.net/hoovazqtank/uso-y-penetracin-de-twitter-en-mxico-2013
Chimal, A. (2010). 83
novelas. México: La Guillotina.
Duarte, J. P. (2008).
El principio de la economía lingüistica. Pragmalingüística, 7-27.
Gardella, M. (11 de
Mayo de 2013). Ganadores del concurso de Microficción por Twitter de la
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microcuentista:
http://revistamicrorrelatos.blogspot.mx/2013/05/ganadores-del-concurso-de-microficcion.html
Heriberto Camacho, e.
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Círculo de poesía:
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http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Microficcion-literatura-pocas-palabras_0_1135086819.html
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Publicidad Roldós (2012
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http://www.roldos.es/blog/economia-del-lenguaje/
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