Es curioso lo que sucede
cuando una regresa a la casa de su infancia, o, en mi caso, el hogar de
diecinueve veinteavos de mi vida.
La nostalgia es inminente.
Cada rincón se vuelve
recuerdo.
Por ejemplo, la cera de vela
impregnada en el sillón dibuja con humo invisible la torpeza de una noche a
varios años de distancia; la pared conserva la silueta nupcial de un retrato
descolgado hace apenas mil cien días.
El simulacro del regreso a
la casa de mi vida trajo un recuerdo vívido que extrañamente no tiene qué ver
con la casa ni con mi familia. Lo recreé bajo el sopor suave de un licor que
prometía ser extranjero pero lo era tanto como yo en esa casa.
Por la misma manía que me
condujo hacia la afición a la nicotina, besaba el filo de un vasito medio lleno
de licor de cereza. Como si nada, frente a la tele, bajo una cobija tejida por
mi madre, esperando la hora de dormir. Y, de repente, como si todo.
Y me vi a mí y te vi a ti.
Entras con porte señorial a
todos lados, como si hasta la oscuridad intuyera tu sonrisa resquebrajada como
un espejo. Tomas poco, ya no fumas. Me acerco a ti con el cinismo de la cerveza
número dieci-ya-estoy-borracha y un cigarro en mano. Y sé que entre nosotros
todo es lúdico: nos podemos tener cuando queramos, funciona como hechizo a
voluntad.
Y de pronto me besas o te
beso y se acaba el protocolo.
Nos transformamos en el
eclipse de luna, en las cervezas de martes a mediodía, en las frases
encriptadas que nos unen como si fueran nuestras hijas.
De vuelta al sillón en la
casa de mi infancia, el licor me acelera el cuerpo y me retarda la conciencia.
Tal vez la resaca de tu piel jaguar o dios sabe qué maleficio maligno de tus
ojos paganos.
Y el deja vú que sentí
cuando te miré enternecida y estuve fuera de tono y te sentí tan mío y quise
pensar que los deja vús suceden cuando estás viviendo lo que te corresponde
como un anillo a cada dedo o un pezón a cada boca o una trucha a cada plato
pero dijiste que hace mucho tú no lo sentías.
Pero me dio igual –o casi. Sólo
yo me enamoro de tu risa.
Mi licor, mi cereza, mi
jaguar.
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