Es
cierto que cada núcleo familiar es una pequeña sociedad con sus propias
costumbres y tradiciones, pero –al menos en la mayoría de familias que conozco-
hay un ritual para la culminación de los domingos: cambiar de canal
obsesivamente hasta encontrar una película o un programa para verlo a medias a
causa de la pereza que acarrea el pensamiento del cercanísimo lunes. Y el tipo
de contenido que se encuentra los domingos en la televisión, generalmente es
producido por grandes cadenas de entretenimiento pertenecientes al gremio
hollywoodense.
Un
domingo como cualquiera –todos los domingos son casi igual de agónicos- puede
uno encontrarse con La jaula de las locas.
No la original –a menos que se tenga el paquete exclusivo de televisión por
cable- sino el refrito noventero estelarizado por Robbie Williams, Nathan Lane,
Gene Hackman, Dianne Wiest, Dan Futterman y Calista Flockhart.
En
términos generales –por si no ha tenido la suerte dominguera de verla, aunque
lo dudo- la película trata de la primera visita de los Keeley (el senador
Kevin, su esposa Louise y su hija Bárbara) a la familia del prometido de
Bárbara, los Goldman (Armand, dueño homosexual de un bar gay; Albert, pareja de
Armand, drag queen[1]
que trabaja en el bar; y Val, hijo de Armand y Katherine Archer). Como
antecedente de la visita, se tiene que el senador Keeley forma parte de la
política ultraconservadora y es acosado por la prensa al haber muerto su
compañero de partido en la cama de una prostituta negra y menor de edad.
La
visita se desarrolla con una normalidad accidentada pues, aunque Val le pide a
su madre biológica que se presente en la cena, ella se retrasa y Albert se
viste de mujer y actúa como su madre en presencia de los invitados mientras que
el mayordomo guatemalteco homosexual intenta actuar con propiedad y Armand
pretende ser un diplomático conservador. Todo se viene abajo cuando Katherine finalmente
llega a la casa de los Goldman –situada encima del bar gay- y los Keeley
descubren la verdad acerca de los Goldman. Posteriormente deciden irse pero, al
ser acosados por la prensa, esto se vuelve casi imposible, por lo que todos se
disfrazan como drag queens para abandonar la casa Goldman a través del
escenario principal del bar al compás de “We are family”, canción interpretada
por Sister Sledge.
Los
personajes se construyen bajo el marco de la comedia, es decir, son
estereotipos hiperbolizados y políticamente correctos de esferas sociales
específicas en marcos axiológicos opuestos (Tovar, 2006) . Albert y Armand son
homosexuales -cuestión que el imaginario colectivo ubica como contraposición a
todo lo tradicional-, exagerados, afeminados, teatrales. Louise y Kevin son
católicos, él está inmerso en la política conservadora, sus ideas acerca de las
nuevas tendencias –desde el planteamiento del Estado laico hasta la eliminación
de los pobres (no de la pobreza)- son bastante cerradas, sus actitudes son muy
recatadas y sobrias, puede asomarse una estela de positivismo. Esta
contraposición funciona como planteamiento axiológico frente a los cambios que abren
la sociedad a la aceptación de lo diferente, es decir, los Keeley son malos –aunque no en la acepción profunda
de la palabra, como sucede en la obra de Sade- por obstaculizar el progreso
social en tanto tolerancia a las manifestaciones anormales y las ideas liberales por intentar mantener valores
rectos en la sociedad; mientras que los Goldman son buenos porque se les empuja a ocultar su verdadera y anormal forma de ser en pos del amor de
su hijo.
El
estereotipo del homosexual es expuesto por varias razones que se desprenden de
la necesidad de legitimizar su existencia dentro de la sociedad. Esto puede
verse, por ejemplo, cuando Albert ofrece un show drag en el bar gay de Armand.
En esa escena, tanto como en el resto de la película, el homosexual es
legitimizado como objeto de entretenimiento y morbo. Dentro del imaginario colectivo,
el homosexual es un personaje teatral que a través de su intento por recrear a
la mujer, también estereotipada, genera interés en el espectador por alejarse
de la normalidad representada por los personajes heterosexuales, superiores en número
dentro del cine.
La
estereotipación del homosexual y la fórmula de éxito televisivo que impulsa su
exposición, se convierte en una construcción social que no da cabida a la
individualidad del sujeto, al mismo tiempo que deja en una zona gris al
individuo que no cumple con el estereotipo. La reiterada aparición del
homosexual estereotipo en las películas hollywoodenses puede parecer una
aceptación social aunque, en realidad, tiende a convertirse en reforzamiento de
estigmas que se tienen acerca de la homosexualidad, tales como el
exhibicionismo, la promiscuidad o el estilo de vida vicioso (Gamson, 1998) .
Como
lo apunta Gamson, otro medio para legitimizar la homosexualidad es la victimización
de los personajes, éstos son expuestos como gente buena que sufre por culpa de
situaciones externas a ellos, basta pensar en Philadelphia, película
protagonizada por Tom Hanks, Denzel Washington y Antonio Banderas, en la que el
homosexual es dignificado a través de la exposición del sufrimiento provocado
por un despido injustificado que, se intuye, es debido al conocimiento de su
homosexualidad. En La jaula de las locas,
esto puede verse cuando Armand y Albert son empujados a ocultar su homosexualidad
frente a los Keeley, pasando por momentos incómodos e, incluso, discusiones
entre ellos. Recordemos que, en la dicotomía axiológica, ellos son los buenos, es decir, el problema es
provocado por una situación externa que los convierte en víctimas del
tradicionalismo de su futura familia política. Este mecanismo provoca que se tenga
compasión por los personajes y su situación, otorgándoles así cierta dignidad
superficial.
He
mencionado reiteradamente que la categoría de bondad es dada a los Goldman y
esto, según Epstein, también conforma un método de legitimización, pues al
exaltar las cualidades del homosexual se va conformando una simpatía por el
estereotipo (Epstein, 2002) . Nadie que haya
visto la película puede negar que Albert es un personaje divertidísimo por
hiperbolizar sus actitudes afeminadas al mismo tiempo que intenta cumplir el
rol que supuestamente es contrario a su sexo biológico, tampoco se puede negar
que Armand tiene buen corazón, por ejemplo, al aceptar el pedido de su hijo o apoyar
el papel de Albert dentro de la familia como madre de Val. Las cualidades
positivas de Albert y Armand son destacadas mientras que las de Louis y Kevin
apenas son expuestas. La cultura cinematográfica hollywoodense parece no estar
al tanto del principio del retrato en la pintura: debe haber luz y oscuridad,
nadie es unidimensional. En La jaula de
las locas reina la unidimensionalidad en los personajes, esta perspectiva
permite que el homosexual obtenga la calidad de ser humano digno, que, sin reparar
en sus acciones y convicciones, tienen los Keeley.
En
conclusión, La jaula de las locas es
una comedia que cumple con todos los requisitos hollywoodenses, en tanto
exposición cómica de personajes estereotipados en una situación que se resuelve
favorablemente para todos, y teóricos, dentro del marco teatral en tanto que
existe una exposición de vicios del carácter que devienen en un castigo
ridículo que conduce a un cambio positivo.
A su
vez, expone los métodos de legitimación del homosexual a través del intento de
acercar una conducta desviada[2]
a los campos de la normalidad aparente. La legitimación propuesta por esta
película es superficial, pues, aunque plantea la apariencia como una realidad a
medias, refuerza el estereotipo del homosexual al mismo tiempo que lo presenta
como un objeto de entretenimiento (o distracción) conveniente. Esta comedia
trata de dignificar al homosexual a través de una victimización producida por
factores externos que nada tienen que ver con su unidimensionalidad positiva.
La
reiterada aparición del estereotipo del homosexual aminora el shock provocado por
la homosexualidad en la población en general –esto no significa necesariamente
respeto, tolerancia o apertura- pero profundiza los estigmas que habitan en el
imaginario colectivo.
El papel
del homosexual en esta comedia hollywoodense, pretende acercarse a la normativa
de la normalidad, aunque esta noción dependa en gran parte de lo que cada
individuo entienda, y retoma una fórmula que, más que ir en pos de la
aceptación del homosexual, es una fórmula para el éxito que seguirá vigente
mientras el homosexual sea considerado un objeto de entretenimiento pues, como
ya dijo Quentin Crisp: “Tolerance is the result not of enlightenment, but
boredom[3]”.
Bibliografía
Epstein,
S. (2002). A Queer Encounter: Sociology and the Study of Sexuality. En A. S.
Christine L. Williams, Sexuality and Gender (págs. 44-53). Malden,
Massachusetts: Blackwell.
Gamson, J. (1 de Noviembre de 1998). Publicity traps:
Television and Lesbian, Gay, Bisexual, and Transgender Visibility.
Obtenido de Sexualities: University of San Francisco:
https://www.usfca.edu/uploadedFiles/Destinations/College_of_Arts_and_Sciences/Undergraduate_Programs/Sociology/docs/PublicityTraps_Gamson.pdf
Tovar, J. (2006). Los siete géneros. En Doble vista
(págs. 57-68). México: El Milagro/CNCA.